Ediciones Cal y Arena
Tensiones en el ejército por Rubén Aguilar
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La tensión y el malestar al interior del Ejército fue creciendo a la par de las decisiones que tomó el Ejecutivo sobre esta institución. Es muy difícil, prácticamente imposible, saber la dimensión, en términos de números, de los
que se ubican en éste campo.
Quienes no están de acuerdo cómo se manejan las cosas en el Ejército son muy cuidadosos en expresar sus posiciones. Pueden ser sujetos de represalias. Temen, con razón, que si hacen público lo que piensan serían sancionados y podrían perder los derechos adquiridos a lo largo de una vida de servicio. Buena parte de ellos están ya al borde de la jubilación. Esto los obliga a tener mucho cuidado. Esto, con todo, no elimina los niveles de descontento y desacuerdo.
López Obrador se comprometió a enviar a los soldados de vuelta a los cuarteles en caso de llegar a la presidencia. Ya como mandatario electo, él y gente de su entorno consideraron que la única dependencia del gobierno federal, que podía sacar adelante sus obras prioritarias era el Ejército. Lo convencieron también de que sólo el Ejército podría resolver el problema de la inseguridad y la violencia en el país y que para eso era necesario eliminar a la Policía Federal y crear la Guardia Nacional, supeditada a esa dependencia. Ya en el poder, el ahora comandante en jefe vio que las Fuerzas Armadas, en particular el Ejército, por su formación y disciplina, le iban a ser absolutamente fieles e incluso sumisas.
